El sexo tántrico destaca por consistir en una práctica cuyo origen se remonta a una antigua práctica oriental y esotérica conocida como Tantra, la cual surgió hace miles de años atrás.
Dicha doctrina suele distinguirse por enfocarse en rendir culto a los placeres mundanos que existen en la vida, teniendo como finalidad, la posibilidad de alcanzar y experimentar la plenitud espiritual.
Ahora bien, es preciso decir que no se trata de una religión y tampoco de un dogma, ya que de hecho, consiste en una actitud que exige la expansión de cada uno de los sentidos para lograr tener un acceso directo hacia la eternidad.
De esta forma, bajo dicha premisa, numerosas personas suelen señalar que el sexo tántrico supone una perfecta combinación de la meditación y el amor, mediante este acto carnal.
Ausencia de eyaculación dentro del sexo tántrico
La filosofía tántrica indica que, al momento del sexo, no existe ningún tipo de superioridad de género, al igual que tampoco hay distinción entre cosas tan subjetivas como pueden serlo la pureza y la belleza, el bien o el mal.
Así, toda la energía que las personas suelen transmitir a lo largo del encuentro, se encuentra directamente centrada en llegar al éxtasis.
Es decir, un estado que, en realidad, no requiere de ningún tipo de ayuda por parte de elementos tan habituales como suelen ser: la penetración, la eyaculación y/o el orgasmo para poder llegar a su punto álgido.
Esto significa que, el cuerpo en su totalidad, es quien tiene todo el protagonismo, junto a aquellos gestos que ayudan a incrementar tanto el equilibrio como la compenetración entre la pareja; por ejemplo, las caricias, las miradas, los besos y las palabras, etc.
Y con el fin de poder alcanzar este estado emocional y físico, resulta esencial hacer a un lado no solo todos los prejuicios, sino también las prisas, al mismo tiempo que se tiene total consciencia acerca de nuestros defectos y virtudes.
De acuerdo a lo que señala Diana Henao, terapeuta y psicóloga, durante una entrevista llevada a cabo por una revista digital, dentro del sexo tántrico, al encontrarse totalmente feliz, la mente deja de funcionar.
Y es que el tantra se trata de conseguir serenidad, paz, relajación, silencio interior, amor incondicional e iluminación, etc., es decir, con esta práctica el paraíso se encuentra en el aquí y el ahora.
De esta forma, el sexo tántrico permite alcanzar un estado en el que tanto la meditación como la respiración se presentan como un par de aspectos realmente importantes y esenciales; por lo que, sin duda, consiste en una alternativa distinta que permite que las personas se dirijan a una sexualidad considerablemente más profunda y, en consecuencia, también más significativa.
Y tú ¿te atreverías a adentrarte en esta ancestral técnica?